domingo, 17 de abril de 2011

Requiem XI


Capitulo 11

El miedo se apodero de mí como si fuera una parte mas de mi cuerpo, estaba totalmente paralizado,  me cuestione todo lo que había aprendido durante décadas ¿Realmente había conocido el amor humano al estar cerca de Lys? Y no podía encontrar una respuesta racional a mis acciones. Si, pude haber salvado todas esas vidas pero en ese momento solo pensé en Lys… ¿Obre mal? ¿Fue lo que debía hacer? ¿El semidemonio tenia razón? Yo, que todo lo creía lógico y resuelto, yo que pensaba que con amor podría lograr lo que fuera, yo que estaba seguro de realizar mi misión sin la mínima falla, yo que no quería cometer el mismo error que mi hermano, estaba en una azotea, en estado de shock por lo que un ser maligno acababa de revelarme ¿Acaso si volvía a Caelum estaría una guardia de ángeles esperándome para juzgarme por mis actos? Tenia miedo, era innegable, pero no el miedo egoísta de ser caído sino mas bien el miedo de perder el poder de proteger a los demás… a Lys. Me lleve las manos a la cabeza, en un intento desesperado por aclararme pero nada tenia sentido, esa pequeña humana se había calado en mi ser como una espina mortal y yo no podía hacer nada por quitármela sin desangrarme y sufrir un inmenso dolor.
-          Esto no era lo que esperaba…  - susurre al viento, a la tierra, a mis hermanos ángeles y llore, como nunca antes había llorado, las lagrimas parecían brotar de mis ojos como la lluvia de un diluvio, nada podía calmarme, nada podría sacarme de aquello, me sentía tan solo  y confundido.
“Regresa a Caelum…”
Aquella voz me sobresalto, parecía venir desde dentro de mi y comprendí que me llamaban, las lagrimas aun derramándose sobre mi rostro, mi expresión suplicante, mi cuerpo temblando, lentamente me moví y sentí mis alas mecerse con el fuerte viento nocturno,  note como cada una de mis plumas eran golpeadas con delicadeza y también sentí la ausencia de una, pero eso no importaba, ya nada importaba. Me eleve lentamente cerrando los ojos y dejando que las ultimas lagrimas se esfumaran con la brisa me desvanecí.


Suponía que Daemon no regresaría tan pronto de su encuentro con mi hermano, por lo tanto mi sorpresa fue evidente al verlo tan solo a una semana después de nuestra conversación, parecía triunfal y muy ufano de si mismo, incluso me sonrió de un modo seductor al verme lo que, debo admitir, me descoloco un poco.
-          Traje lo que me pediste…
-          Veo que supiste utilizar bien la información que te di – dije fríamente, sin embargo.
-          Pero claro que si pequeño Asbeel, fue mucho mas fácil de lo que esperaba – volvió a sonreír con superioridad – solo había que… confundirlo un poco.
-          Ya veo… así que eso hiciste – me detuve un momento y lo observe fijamente – el… ¿Cómo esta?
-          No te preocupes, no es nada de lo que no se pueda recuperar… a menos que no se arrepienta – soltó una carcajada y yo fruncí el ceño. – Vamos que si cae, te hará compañía y no estarás tan solo en este lugar…
-          No estoy… -  me detuve de nuevo, había estado a punto de decirle que lo tenia a el pero eso… solo lo haría sentirse mas importante – Da igual. – Arqueo una ceja incrédulamente pero para mi suerte decidió ignorar mi comentario.
-          Ten – dijo sacando algo de su bolsillo, cuando pude ver de que se trataba, algo, como un cubo de hielo cayo por mi garganta – la pluma que me pediste…
-          Pudiste conseguirla – fue lo único que pude decir, me tendió la pluma y yo la tome, en el transcurso pude rozar su mano, estaba fría pero eso no me preocupaba, Daemon parecía tener la temperatura bastante baja, incluso para un demonio. El tacto de la pluma sin embargo era tibio, cálido de un modo diferente al normal, mantenía la esencia de Azael aun en ella, suspire y en ese preciso momento algo cambio , una distorsión en el aire, leve pero notoria, la pluma entro en mi mano y sentí como mis alas retomaban un poco del color de antaño, si bien no eran blancas y no me permitían volar aun, podían abrirme paso hacia la tierra.- Bien, ahora me tienes atado a ti, tal como tienes a esa humana – dije sin emoción alguna.
-          No es como si fuera algo que buscaba, pero me sirve de todos modos – estaba tan acostumbrado a sus respuestas como para sentirme herido, así que me levante del lugar donde me hallaba sentado y me situé a su lado, era mas alto que yo y definitivamente mas imponente, Daemon tenia ese algo que te hacia contener el aliento cuando estabas cerca de el, y no es que yo lo idealice, realmente no puedo hacerlo, lo veo tal como es, pero quizás es esa extraña mezcla entre humano y demonio lo que lo hace… un espécimen raro, único e irresistible, tal vez seria lo mismo si yo fuera un ángel mitad humano.
-          ¿Qué quieres que haga ahora?
-          Uhmh… quiero que te hagas pasar por tu hermano – dijo inexpresivamente, reflexionando sobre su plan – debes ser como el, así Lys no se preocupara por su ausencia y yo podre buscar lo que necesito durante ese tiempo – de algún modo sabia que me pediría aquello pero eso no quitaba que me preocupara, Daemon sabia de algún modo que Azael no regresaría donde la humana y yo… también lo presentía.
-          ¿Y si a Azael se le ocurre volver?
-          No lo hará… - dijo con una sonrisa misteriosa. – Yo me encargue de que no deseara verla durante mucho tiempo, y si ignora lo que le dije tendrá el miedo de caer.
-          De acuerdo… - dije girándome y avanzando hasta un mueble que había en la habitación, unas finas tijeras de plata estaba situadas sobre este, titubee un momento y luego las tome, volví la vista hacia Daemon que me observaba curioso y divertido a la vez y me corte el cabello. Al caer parecían finos hilos de plata y cierta nostalgia me invadió al pensar en lo que mi cabello significaba para mí. Cuando aun era un ángel novato pensé que mantener mi cabello largo significaría de algún modo la compañía de los años, lo que mantendría mi coraje y fuerza de voluntad siempre presente, pero ahora… eso no valía nada, ni para los ángeles de Caelum, ni para Daemon… ni para mi.
-          Que valiente, creí que solo utilizarías la ilusión con ella.
-          Me gusta hacer las cosas bien, aun si se trata de asuntos de poca importancia. – soltó una risita baja, negó con la cabeza y se dio la vuelta - ¿Qué pasa? – pregunte desconcertado, me miro y sonrió.
-          Nada, a menos que quieras quedarte aquí – dijo y continuó caminando, yo lo seguí.

El mundo humano me pareció un lugar extraño, demasiado luminoso y oscuro a la vez, mi ultimo recuerdo de este lugar se parecía mas a la luminosidad, pero sabia que mi condición de caído me hacia ver las cosas de un modo diferente, era mas objetivo por decirlo de un modo mas simple. Sin embargo y a pesar de la nostalgia que me invadió me sentía libre, el solo echo de poder salir del inframundo era increíble y poco posible hasta hace nada, en cambio ahora… y para variar se lo debía a Daemon, como si ya no tuviera muchos asuntos con el.
-          A veces me pregunto porqué haces tantas cosas por mi Asbeel – pregunto de pronto al notar que lo miraba – ¿no será que estas enamorado de mi verdad? – sentí que me ruborizaba levemente.
-          No seas idiota, no puedo enamorarme porque aunque sea caído, aun soy ángel y tiendo a amar todo, aunque claro, ahora es en menor medida – no es que tuviera problemas en decirle lo de mi “amor” por el, pero tampoco quería subirle el ego, aunque también debo aclarar que mi “amor” no es ese amor humano, creo que ya lo dije una vez, yo amo a todos, pero amo a Daemon “primero”, y eso, si que no pienso hacérselo saber. -  Y si, te amo a ti, pero como puedo llegar a amar a la roca que estas pisando – sonrió con suficiencia y piso aun mas fuerte, lo observe con aburrimiento y el siguió caminando, a veces podía llegar a ser tan infantil…
No tuve mucho tiempo de adaptarme de mi nueva vida, casi cien años en el inframundo no pasaban en vano, debo aclarar que los años que pasa un ángel en ese lugar son aun mas extensos que los de un demonio, porque no estamos acostumbrados a ese ambiente, así que aunque Daemon tenga recién diecisiete años humanos-semidemonio, yo tengo alrededor de trescientos, aunque en edad humana no supero los veinte. En todo caso es solo una estimación, la edad no es importante para nosotros, solo hay diferencias de sabiduría entre unos y otros, pero por lo general se conserva este pensamiento para mantener la igualdad.
-          Llegamos, su nombre es Lys, no lo olvides – anuncio de pronto Daemon sacándome de mis pensamientos, observe una casa común, en un barrio común. – Cuento contigo. – agrego desapareciendo, me quede quieto un momento, no quería decepcionarlo y creo que el sabe eso.


No sabía qué había pasado, de pronto apareció Daemon y se llevo a Azael de donde estábamos, me sentía preocupada y como si algo malo estuviera a punto de ocurrir. Regrese a mi casa y me tendí en la cama, mire el techo por largo rato llamando a mi ángel guardián con la mente, pero no contestaba y eso me frustraba.
-          Lys… - oi de pronto una voz, era diferente, jamás la había oído pero tenia algo que me hacia pensar que si la conocía. De pronto se apareció ante mi Azael - ¿Cómo estas pequeña? – pregunto sonriendo, pero había algo en sus ojos, algo mas frio y se sentía lejano.
-          Azael ¿Qué te paso? ¿Estas bien? – pregunte levantándome y avanzando hacia el, sonrió tiernamente y eso me tranquilizo, lo abrace, pero se sintió rigido a mi tacto - ¿Qué sucede?
-          No es nada, solo que me siento un poco cansado, el semidemonio… fue difícil deshacerme de el.
-          Deshacerte…? – repetí horrorizada – Daemon esta…
-          No, aun no, escapo pero no creo que se aparezca por un tiempo – realmente no me esperaba esto, no sabía ya si me aliviaba que Azael hubiera vuelto, aunque parezca algo egoísta de mi parte y muy cruel, pero si no veía a Daemon en mucho tiempo yo… - Tranquila, el esta bien – me acaricio el cabello suavemente y sentí que era el mismo de antes, sonreí.
-          Disculpa, por todas las molestias que te he causado – dije bajando la mirada, el tomo mi mentón y lo levanto para mirarme a los ojos, de nuevo esa sensación de frio que no había antes en el.
-          No te preocupes, es mi deber después de todo… - esas palabras no eran de Azael tampoco, el seria mas tierno, algo extraño estaba pasando, esa persona tenia la apariencia, la casi voz de el pero… no era el o al menos no era el que me dejo en el centro comercial. Daemon le había echo algo, le había dicho algo que lo dejo así.
-          Azael… ¿Qué paso cuando te fuiste con Daemon? ¿Qué te dijo? – me miro sorprendido y me tomo las manos.
-          Tranquila, no me dijo nada de lo que no pueda recuperarme, se que estoy un poco extraño, pero se me pasara, confía en mi Lys… - me abrazo, cerré los ojos y me apoye en su pecho pero ni siquiera su olor era igual, el dulce olor de Azael era reemplazado por una sutil fragancia un tanto amarga.
Pasaron varios días después de eso, Azael vino a verme unas cuantas veces y siempre parecía distante, de Daemon no sabia nada, estaba preocupada, me sentía frustrada por no poder hacer algo, por estar confundida. Había notado recientemente, no sin cierto horror, que hace tan solo unas semanas había odiado profundamente a Daemon por haberme quitado mi tranquila vida, fui desdichada durante ese tiempo y sin embargo ahora lo extrañaba, ni siquiera yo lograba entender mis sentimientos a veces ¿será acaso que había terminado enamorada de el? Admito que me he sentido atraída por el, pero no sabia hasta qué punto y ahora…
-          Es solo por el enlace – me dije firmemente mientras llegaba al colegio, mi vida seguía igual, ya no me molestaban pero recibía miradas hostiles de muchos lados, no entendía cómo mi vida había terminado así,  y aun con todo eso ya no me arrepentía de haber conocido a Daemon ni a Azael.
Últimamente había estado repitiendo la misma rutina a diario, ni ángel ni demonio se aparecían por el colegio así que me iba a caminar por las calles de la ciudad, intentando distraerme de algún modo, el otoño estaba comenzando y a veces llovía mientras yo avanzaba por la calle sin preocuparme de mojarme. Me hubiera gustado estar acompañada y por primera vez desee una amiga, alguien en quien confiar y a quien poder contarle lo que me pasaba, sentía ganas de llorar y que Daemon llegara pero no sabia como comunicarme con el. Probablemente estaba en su mundo porque de otro modo ya habría estado aquí molestándome, suspire, ese día hacia frio y comenzaba una leve lluvia, me dolía sentir lo que sentía y me odiaba por admitirlo
-          Daemon… vuelve… - susurre de pronto y algunas personas que pasaban a mi lado se quedaron mirándome como si estuviera loca, luego siguieron su recorrido.
-          Solo tenias que pedirlo… - oí su ronca voz y sentí su respiración cerca de mi cuello, me provoco un escalofrió, levante la cabeza con los ojos inundados en lagrimas, no sabia como, pero me aliviaba verlo de un modo abrumador.
-          Daemon… - el sonrió y no fue esa sonrisa de superioridad que lo caracterizaba, quede atónita, me gire completamente y lo abrace. 

3 comentarios:

  1. aww que linda la ultima parte *o*
    me re encanto *o* mi quele mas *o*

    Caro~

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  2. Waaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!!!!!
    Ese Daemon!!! Porfa cuenta más cuenta más!!! Como regalo por semana libreee!!! :P
    Te pasaste kari, esto esta cada vez mejor y tú sí que sabes como dejarme colgada.

    Nos vemos!!

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